Para acceder al documento:
http://docs.google.com/Doc?docid=0Aedo_b9bHUKQZGZ6cWZ3NGtfMjJoa21wcWZjOA&hl=es
martes, 3 de noviembre de 2009
sábado, 1 de agosto de 2009
Astilleros Araez
viernes, 31 de julio de 2009
JEANNEAU FUN



Otra Alternativa. Antigua, pero barata.
Y un vídeo: http://www.youtube.com/watch?v=J9dOcHKGJG0
El anuncio dice:
Precio: 9.000€ 10.000€
Velero divertidisimo de regatas de 6 metros, orza abatible para transporte. Ideal para aprendizaje y avanzados, foque autovirante, con tangon y toda la maniobra de Spy.Se entrega con Mayor, foque y spy pesado.Posibilidad de mas velas (OPCIONAL).Telefono 656809090 Esta en Entrepeñas
Velero divertidisimo de regatas de 6 metros, orza abatible para transporte. Ideal para aprendizaje y avanzados, foque autovirante, con tangon y toda la maniobra de Spy.Se entrega con Mayor, foque y spy pesado.Posibilidad de mas velas (OPCIONAL).Telefono 656809090 Esta en Entrepeñas
sábado, 11 de abril de 2009
The Reader, El lector.

El adolescente Michael Berg (David Kross) inicia un idilio con una mujer mucho mayor que él, Hanna Schmitz (Kate Winslet), en la Alemania posterior a la Segunda Guerra Mundial. Pero ella desaparece de repente, y él no se la vuelve a encontrar hasta ocho años más tarde, cuando, atónito, la descubre como acusada de crímenes contra la Humanidad en un juicio contra los nazis. Este hecho marca al Michael adulto (Ralph Fiennes).
Impresionante Kate Winslet, impresionante. Sobria, fría, imprenetable, sólo se deja transpasar por la lectura (La Iliada de Homero, o La señora del perrito de Chejov), también la música (oyendo cantar a los niños en el coro de la iglesia). Antes de enterarnos de su pasado, parece un lirio blanco, alguien absolutamente inocente, que se deja penetrar por la belleza de la literatura. Sú limite, es ser analfabeta. Su incapacidad, que le hace relacionarse con otros en busca de escuchar relatos.
¿incluso su pasado nazi nace de la necesidad de ocultar su limitación? Hacía leer a sus prisioneros antes de enviarlos a la muerte. ¿era su últimmo instante de luz? ¿un acto de compasión? Es más , el no reconocer esa limitación la hace ingresar en prisión,... "porque ella sabia escribir".
Y su mundo, cerrado, hermético, sólo lo deja transpasar al inberbe lector. Y lo transgrede, al principio no sabemos hasta que punto. Era su único punto de contacto con la realidad, con la vida. No sabesmos hasta que punto, hasta la secuencia del comedor de la carcel. Ella le tiende la mano, busca su caricia, pero él se la niega: "imposible volver al pasado", ¿para qué entonces volver a la realidad?
Él, ya adulto, le preparaba una casa para vivir, la salida de su celda. Una habitación luminosa, abierta, tan diferente de su antiguo rincón, de espacios mezclados, entrecruzados, confusos, tan diferentes a ella. Ella tan fría en un espacio tan cálido, velado en rojo. El la propone volver a la luz, a la vida, pero es imposible sin su caricia.
Y la casa de él, abogado, de él ya maduro, tan distinta a aquella experiencia. Incluso a la experiencia de contar historias, entre cajas y estanterias desordenadas, entre duermevelas con el micrófono al lado, su prolongación.
jueves, 9 de abril de 2009
"Quisiera ser millonario"

Depués de los Globos, 8 oscars. Una sorpresa para el cine independiente.
Cuando acabas de ver esta peli, te preguntas que hay de diferente con otras del género que no han llegado a tanta gente y no han tenido tanto reconocimiento.
La historia de las preguntas causales. Cada pregunta que le hace el presentador corresponde a un periodo de su vida en la que aprendió la respuesta a "sangre y fuego". La historia de un niño de la calle, que encuentra en cada percance una oportunidad.
Una historia de los "niños de la calle", pero quizás más trágica, de cómo renace la nueva india. Entre la usura y la corrupción.
sábado, 28 de marzo de 2009
La isla

Dice Claudio Magris en el posfacio de “La isla” que es un «relato admirable de vida y de muerte, no conjurada sino mirada sin piedad cara a cara y resumida épicamente en el fluir de la vida».
"La isla” narra una historia bien sencilla: un hombre entrado en años y aquejado de un cáncer terminal pide a su hijo que le acompañe a la isla del Adriático que le vio nacer; en ese ambiente reducido, de gentes sencillas que se enfrentan al mar desde tiempos inmemoriales, el segundo asiste a la decadencia de su padre sin poder hacer nada para evitarle sufrimientos.Stuparich no elude nada: el mal del anciano es algo terrible, pero imposible de evitar. La pasión de su hijo es inmensa y desinteresada, pero nada aporta para que el viejo se recupere. Ambos son conscientes de que ese viaje es un periplo vital para que el padre pueda “despedirse” de sus orígenes, para que se arme de un ápice de serenidad ante lo que sobrevendrá de inmediato.
No hay consuelo, todo está en primera persona: la muerte es inevitable; el sufrimiento también.
La historia se narra de forma alterna desde el punto de vista del padre y del hijo, y el gran acierto reside en ese intercambio de miradas.
Ddurante el viaje trata de engañarse con la idea de que la isla insufla nuevas fuerzas al padre, aunque ambos terminen por abandonar el lugar de improviso por un súbito empeoramiento de su salud.El punto fuerte de un relato tan sencillo (aunque desolador) es la prosa de Stuparich. Seca, ruda y árida, como la propia isla natal del viejo, expone los hechos con una frialdad clínica; ni siquiera los ocasionales atisbos de la conciencia de los protagonistas ofrecen un vislumbre de consuelo.
El estilo es elegante, sobrio, pero amargo en su desarrollo: el lector se sumerge en un proceso de decaimiento y desaparición tan inevitable como oscuro. Y, sin embargo, el autor nos acerca a la parte más humana del ser, a la más amable, y quizá gracias a ello una historia de muerte se convierte, también, en una oda a la vida.
Ante la valentía del padre, que encuentra en su estoicismo una nueva forma de placer, y el amor del hijo, que descubre al verdadero ser humano que se esconde tras la figura que él reconocía como padre.
En unas pocas decenas de páginas, Stuparich plantea de forma magnífica la necesidad de reconocernos como hombres para afrontar nuestra debilidad. La enfermedad o la muerte son inevitables, pero redimibles, de cierta manera, gracias a la compasión y al amor.
Ante la valentía del padre, que encuentra en su estoicismo una nueva forma de placer, y el amor del hijo, que descubre al verdadero ser humano que se esconde tras la figura que él reconocía como padre.
En unas pocas decenas de páginas, Stuparich plantea de forma magnífica la necesidad de reconocernos como hombres para afrontar nuestra debilidad. La enfermedad o la muerte son inevitables, pero redimibles, de cierta manera, gracias a la compasión y al amor.
Sara Baras, en el Teatro Lope de Vega, 27 de marzo de 2009

Estrenada en 2007 en la música interviene Paco de lucía. La artista gaditana, dirige, hace la coreografía, diseña iluminación, escenografía y parte del vestuario junto a la diseñadora Sybilla. En su particular visión del mito de Merimée, baila por Alegrías tras más de diez años sin hacerlo. La acompañan en escena Luis Ortega en el papel de Don José y José Serrano en el papel del Torero.
Muy bien la escenografia, con algunos puntos "orterillas", pero impresionante lo de las luces y las sombras.Las escenografias de los bailarines demasiado cerradas (quizás porque lo vimos desde el anfiteatro) parecían marchas militares "sin vida", y en un espectáculo flamenco es imperdonable. Los bailarines demasiado rígidos.
De los bailarines el que me encantó fue José Serrano, en el papel del Torero. Es increible. Luis ortega, Don José, lo vi frio y distante, era como si no estuviera en la obra (especialmente al principio, cuando se fue "calentando"mejoró muchísimo).
Sara Baras, fantástica, especialmente cuando hace un baile reposado, o cuando mueve sólo las manos, hay escenas de escalofrío. Pero cuando empieza de bailaora "compulsiva". Especialmente al final, con un traje rojo, que no me gustó, pierde alma y se convierte en "molinete"
Eché en falta un final más apoteósico. Un enfrentamiento entre Don José y el torero. Al final no pudo ser, la "bailaora" tomó todo el protagonismo, y nos dejó un fondo de diapositivas que no llegaba a entender, y nos privó de ese tú a tú. Lástima.
La música increible. ¡¡¡El flamenco es la hostia!!!!!
De todas formas el espectáculo genial. Gracias Carmen por invitarnos.
(Sara Beras, nació en 1972 en San Fernando, fue premio nacional de danza en 2003)
Suscribirse a:
Entradas (Atom)