jueves, 28 de julio de 2011

El paseante solitario


W. G. Sebald.
El paseante solitario.
Traducción de Miguel Sáenz.
Siruela. Madrid, 2007.


W. G. Sebald publicó en 1988 este homenaje en recuerdo de Robert Walser, una auténtica joya que acaba de editar Siruela con traducción de Miguel Sáenz.

Robert Walser fue el más solitario de los escritores solitarios, huyó de todo vínculo con el mundo, de toda posesión que lo atara a algún sitio de la vida o la literatura. Paseó mucho, compulsivamente, siempre en huida, pero se esforzó en no dejar más huellas que las de sus pisadas en la nieve poco antes de morir y las más persistentes, las de su literatura.
Una delicia de libreto, apenas 75 páginas, en un formato de cartera. Una delicia como describre Sebald a Walser.
Por cierto, voy rápido a una librería a leer a Walser, dos ensayos, me llaman la atención: "Escrito a lápiz" (Microgramas 1)
Quizás me interese por sentirme identificado con eso de "Paseante solitario

miércoles, 13 de julio de 2011

San Francisco de Asís de Olivier Messiaen


13 julio . San francisco de Asis

Mortier: "San Francisco es el símbolo de los valores perdidos"

No hay una obra mejor que el San Francisco de Asís de Olivier Messiaen (1908-1992) para explicar el proyecto de Gerard Mortier, el nuevo director al frente del Teatro Real. Por la complejidad de su música y, especialmente, por el montaje que propone el director artístico belga, que ya fue estrenado en el festival del Ruhr hace ocho años, y que llega a Madrid con la enorme cúpula de 22 toneladas diseñada por la pareja de artistas rusos Kabakov como símbolo de su relato místico. Enorme, extensa (cinco horas) y profunda, solamente intelectual y arriesgada. DANIEL VERDÚ - Madrid - 04/07/2011



Impresionante, con una música vibrante, y repetitiva. Prácticamente no es ópera. Los actores están, pero sólo presentes, el protagonismo lo tiene la orquesta. Lo mejor el tercer acto.

Cómo anécdota, entre el segundo y el tercer acto, llevé a Mónica a casa (desde la casa de campo), me dio tiempo a tomarme un bocata, y volver otra vez a la ópera.

Quizás un espectáculo algo excesivo. ¿La sorpresa?, lo bien que se oía, y se veía. También los espacios grandes son buenos para la ópera. No en un espacio tan limitado y elitista como el real.

lunes, 11 de julio de 2011

Saramago. El viaje del elefante.



El viaje del elefante' de José Saramago

A mediados del siglo XVI el rey Juan III de Portugal decidió regalarle su elefante al archiduque Maximiliano de Austria aprovechando su estancia en Valladolid. El elefante, de nombre Salomón y más tarde Solimán, atravesó Portugal y Castilla, el Mediterráneo, Italia, los Alpes y finalmente el Danubio hasta Viena. A mitad de camino hubo un milagro y al final otro. Esa es la historia.

Ojo: que la cosa sea sencilla no significa que sea pobre, ni mucho menos. Es como la boa con un elefante dentro que dibuja el aviador para el Principito y los adultos confunden con un sombrero. Es una novela hecha a la medida del elefante, a sus espaciosas hechuras.

La descripción de Saramago es increible, preciosista. Escribe cómo si no ocurriera nada, y nos describe todo. Con una sencillez y profanidad, que a veces pasas por los textos sin percibir su grandeza. Es necesario releerlos, para ver la profundidad escondida. ¡Increible!

Y además divertida, algo muy diferente de lo que he leido hasta ahora de Saramago, es profunda, habla con rotundidad, pero en un contexto y unos personajes que dulcifica, pacifica. No es la historia del elefante. Es la visión de los hombres del S. XVI, sobre un elefante. Y sobre todo el sentimiento de sorpresa, de descubrimiento de lo nunca visto. ¿Cómo describir algo que hoy hemos perdido?