Un hombre en la oscuridad" Paul Auster.
¿Qué decir de Paul Auster? Un auténtico contador de historias. El personaje es duro, con una vida frustrante, que hace que desde el principio sientas una cierta adversión y rechazo hacia él. Demasiado engreído y displicente. La lectura cuesta al princio, suena a la historia de Escritorium, demasiado pesada, osca, vomitiva para volverla a escuchar. Pero el contador de historias hace maravillas, y la noche de insomnio se va transformando en historias atractivas, para volver una y otra vez a la habitación de enfermo y a su sordidez. Pero el contador de historias, sabe de este juego de atracción y repulsión de la lectura, del libro que deseas deborar, y el que al capítulo siguiente se convierte en una carga difícil de digerir. ¡Cómo juega con el lector!
Al final el enfermo desagradable pasa a ser admitido, comprendido, sin saber muy bien cómo se consigue empatizar con el monstruo, comprenderlo, tolerarlo. Incluso desearle un atisbo de futuro en su desesperación.
Las historias, que nos regala en pequeñas porciones, la del soldado que aparece en un pozo, vivimos los sueños del enfermo, del desahuciado. Soñamos sin querer con August Brill, nos va llevando a un mundo egocéntrico donde él decide la muerte y la guerra de un país. La inventa y la transforma. Pero Auster nos lleva más allá, y nos introduce en la misma vida del crítico literario, en sus fracasos, en su ruina. El personaje se confiesa, nos lleva en su desazón por un escenarios de derrotas, como el que había recorrido el “Gran Zavello”, el mago al que arrojó a la guerra.
Aunque la historia, contra todo pronóstico, tiene final feliz. Al final amanece, y los monstruos y sus derrotas se quedan en la noche.
